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miércoles, 26 de noviembre de 2014

SUGERENCIAS


Mientras más honrado, respetado y genuinamente considerado sea un líder, más poder legítimo tendrá respecto de los demás. Ser honorable equivale a tener poder.
Las siguientes sugerencias aumentarán el honor y el poder del líder sobre los demás:

La persuasión. Incluye el compartir las razones (el porqué y el cómo), defendiendo con firmeza su posición pero manteniendo un auténtico respeto por las ideas y perspectivas de los seguidores. Comprometerse a mantener el proceso de comunicación hasta alcanzar beneficios mutuos y resultados satisfactorios.
La paciencia con el proceso y con la persona. Mantener una perspectiva a largo plazo y el compromiso de ser fiel a sus objetivos, a pesar de los errores e inconvenientes causados por los seguidores, y a pesar de los obstáculos y contratiempos inmediatos.
La delicadeza, en oposición al rigor, la dureza y la presión extrema, cuando se debe afrontar los puntos vulnerables, los desplantes y los sentimientos de los seguidores.
La disposición a aprender de los demás. Actuar con el supuesto de que uno no tiene todas las respuestas, ni todos los datos. Valorar los diferentes puntos de vista, juicios y experiencias que puedan tener los seguidores.
La aceptación. No juzgar a otros, sino otorgarles el beneficio de la duda. No exigir que presenten pruebas de su desempeño, como condición para afirmar su alta autoestima.
La bondad, la sensibilidad, la preocupación y la consideración para con los demás. Tener presentes las pequeñas cosas o detalles que son importantes en una relación.
La actitud abierta. Mostrar plena consideración por las intenciones, deseos, valores y objetivos de los seguidores, y no concentrarse en su comportamiento. Detectar sus perspectivas y en que pueden convertirse, respetando en todo su valor lo que hoy son.
La confrontación compasiva. Reconocer la equivocación y la necesidad de que los seguidores corrijan el rumbo, en un contexto de auténtico tacto y calidez hacia ellos. Hacerles sentir que pueden arriesgarse a tomar iniciativas sin deterioro de su seguridad.
La consistencia. El estilo de liderazgo no es una técnica de manipulación que se pone en juego cuando las cosas no se hacen como uno quiere, o se enfrenta una crisis. Por el contrario se convierte en un marco de valores, en un reflejo del propio carácter, de quién es y en qué se está convirtiendo uno mismo.
La integridad. Armonizar honestamente las palabras y los sentimientos, con los pensamientos y los actos. Tener la aspiración de hacer el bien a los demás, sin el menor deseo de engañarlos, de aprovecharse de ellos, manipularlos ni de controlarlos. Revisar constantemente la propia congruencia.

Muchos piensan que estos principios e ideales solo se pueden hallar en líderes sobresalientes como Mahatma Gandhi, pero que son difíciles de encontrar en la vida cotidiana. Gandhi respondió a esta preocupación así:

"No tengo dudas que cualquier hombre o mujer podría haber logrado lo mismo, si hubiera hecho el mismo esfuerzo, y sostenido la misma esperanza y la misma fe que yo".


El líder que opera sobre la base del poder centrado en principios, descubrirá que es más cuidadoso en lo que exige a los demás, pero que tiene más confianza en hacerlo. A medida que aumente su entendimiento de la relación entre el poder y el liderazgo, crecerá su capacidad para dirigir e influir en otros sin forzarlos. Y experimentará la poco habitual paz mental que emana de ser un líder más sabio y eficaz.

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